viernes, 11 de mayo de 2012


Criollismo musical en Agonía negra de Bergson Rosario

Por Randolfo Ariostto

a-    A propósito del acto creacionista


Bergson Rosario, autor de
"Agonía Negra"


Portada del libro "Agonía Negra"
de Bergson Rosario
El artista de la palabra, guerrero en campaña, lapida los filamentos del lenguaje, desentierra intríngulis; oculta veneros, subvierte ideas; acomoda sin piedad el idioma, resquebraja sus vértebras hasta inducir en el lector las ocultas posibilidades de gozo intelectual, oscuros espantos, motivos de tristeza, pesada desolación nutrida a sorbo de realidad. El lenguaje poético no ahueca las cortinas de la imaginación, no imita; el artista de la palabra no crea nexos entre lo que es y no es. Es y no es, astillas de un mismo maderaje, esencia evasiva al ojo intruso: luz artística, invención que desnuda las interioridades del ser. Sugiere un viaje a la semilla de su doliente y temida mismidad. Si al final sobreviene espanto, catarsis, temor, desamparo, llanto, trauma de una esperanza natimuerta, asombro, altruismo, éxtasis, valor, filantropía, ludibrio, nervio, bondad, verdad, qué importara; el sendero a la íntima luz que cercena y estalla de golpe en la superficie de la conciencia abrevará una plataforma viciada de belleza, coagulada de estrabismo poéticos, subterfugios de arcanos, estafa  atrincherada en cada coma, o, el ímpetu de desentrañar qué nueva artimaña amanecerá en el cielo de la página contigua. Apoteosis de un lenguaje creativo que no ofrece ni sugiere huida, y, solo allí, hecho lupa frente a su esclarecida oscuridad cotidiana, herido de luz, el artista de la palabra buscará imitar su profana existencia. A veces con éxito pues su dolor y desesperación podrían ser tan hondos, bellos, divinos, que sucumbirán las fuerzas. Alonso Quijano o Madame Bovary, descubrirá que asir por entero aquella luz recién vertida, implica una jornada solitaria, agrete, labrar una semilla a la deriva del tiempo y la parsimonia de la lengua, auspiciando un proceso de mayor fotosíntesis en el follaje, y a riesgo de mayores territorios de sombras. El Arte es un árbol en místico juego de claroscuridad.1

El artista de la palabra consagra sus ímpetus al lenguaje creativo, ejercicio estético. Infla los signos de poesía. En código comunicativo exhibe las habilidades necesarias para el embellecimiento del lenguaje. La poesía, duende irritador de la conciencia, conmina al ejercicio filosófico, desciende a las divagaciones del ser y crea una circularidad infinita entre lo poético, lo filosófico y el objeto de evocación. Filosofía sin rigidez teleológica en tanto renuncia a explicar el ascenso poético, a la explicación del ser; mero resabio antológico del sujeto cotidiano atrapado en los laberintos del esteta. La poesía reclama un manejo consciente y plantea inquisiciones, mas una certeza permea su madeja de incógnitas: sin esta conciencia estética nadie traspasa con éxito ese arrebato poético que persuade a iniciar el primer poema asesinado de adjetivos y desafueros del alma, sobreabultado de confesiones, que en generalidad de casos acabará en el vertedero del pueblo o en las cenizas de un brasero. No importa cuándo, llega ocasión en que este bardo en ciernes intuye la conveniencia estética para comunicar algo más que ideas, depositar arte en cada signo de la lengua.
Los antiguos juglares y cuentista orales utilizaron la palabra hablada con moderada conciencia de sus posibilidades estéticas, a falta de una cultura dotada de las herramientas literarias imprescindible para fructificar su arte. Cada artista en cierne precisa de cierto aval de cultura general y específica, que dimana de un profuso hábito de lectura que moldee su vocación de esteta aunado al estudio minucioso del lenguaje.

El lenguaje creativo es, en la superficie, puro uso de la lengua, fuera de las desavenencias entre la metáfora de Juan Pérez el pollero del mercado municipal cuando dice: voy a sacar el pico y pala del pollo y la del Cabral cuando dice: el oficio de la esencia es sin pétalos ser flor; en sendos ejemplos la materia prima ha sido el lenguaje como engranaje de un acto comunicacional. En el primer hablante observamos un vocabulario dotado de belleza espontánea, el segundo hablante se sirve de la creación estética valida del lenguaje, un creador consciente de su oficio, lo antes dicho, lenguaje creativo.2


b-    A propósito del estilo

La poesía, hiriente y hostil, transgrede el lenguaje a fuerza de sonoridad, oralidad, concupiscencia de imágenes, melindre de figuras, ritmo y ataques silenciosos de mensajes ocultos. Lo mismo a la usanza de pictogramas primitivos, alfabeto griego, ideogramas, sistema Braille o el código de los mudos, siempre códigos y útiles para la creación.

Cierto que la poesía puede residir fuera de la literatura, (verbigracia: en la música, en la pintura), el carácter de literalidad del lenguaje exige mesura, más que inspiración. El lector de estas líneas no debe confundir el florilegio rimbombante de figuras y sobreadjetivaciones, con el venero poético. El Benedetti de Beatriz es tan cultor de la palabra como el Vargas Llosa de La Casa Verde sin que ambos, estilos apuestos, concuerden en la profusión de imágenes. El lenguaje creativo más que acto comunicativo, es mensaje que zahiere, lejos de canal entre enunciante y enunciatario, la palabra emerge enunciante y enunciatario. Escritor y lector, uno en la poesía; el acto creador deviene consustancial al destinante y al destinatario.

El lenguaje creativo atrapa conceptos e ideas preconcebidas por el hombre. Las imágenes resultan del trabajo consciente y arduo del escritor, en su afán por capturar el instante poético; subvierte realidades en estructuras abstractas de carácter sensitivo, no siempre provistas de lógica mas siempre dotadas de sentido. Las imágenes no buscan retratar la realidad sino capturar la percepción encomendadas por el poeta. En ocasiones un autor saborea con fruición imágenes fantásticas y no por ello deja de aludir temas realistas o, por el contrario, mediante imágenes en apariencia extraídas de la realidad, se crean situaciones fantásticas.

El poeta adopta un estilo peculiar que lo distingue y acomoda de modo peculiar. Existen casos de dominio del lenguaje creativo en los que autores consagrados (García Márquez, Vargas Llosa), adoptan estilos distintos en el compendio de sus obras.


c-    A propósito de Agonía negra

Bergson Rosario, consciente de sus disposiciones estéticas, de las disímiles revelaciones estilísticas de las que puede hacer gala, y sobre todo, de ese afán imaginero que avoca a la necesidad creacionista, nos trae bajo el brazo Agonía negra, propuesta estilista que acaparó mi inmediata atención por mucho de lo que vengo exponiendo hasta esta parte y de lo que en ella pretendemos descubrir.

Agonía negra recoge el sentimiento del haitiano que, víctima de la pobreza es compelido a dejar su territorio. No pretende el esteta enarbolar un pasquín de sentimientos reivindicativos, toda vez que por el hecho de ser arte, ya de suyo deviene social y acoge alguna realidad social, por lo que el tema se nos ofrece como una posibilidad de abordaje en pretexto de una creación a todas luces novedosa, valido, sin tilde esdrújula, de los distintos componentes que convergen a medida que el texto alcanza los gratificantes estadios de la tercera y cuarta relectura, ejercicio obligado del lector de éxito. Componentes que pasaré  mencionar a medida que esta reflexión prospera en el presente abordaje.

Un primer componente lo constituye sin duda el modo en que el sincretismo social y cultural no solo crea espacio para enfrentamientos ideológicos y económicos, sino el cómo los mecanismos de amortiguación soterradamente posibilitan esa mezcla de etnias y tradiciones desiguales y versátiles que encontramos en el mal signado Nuevo Mundo y en las zonas ecuatoriales del orbe. Aspectos que componen el universo humano de todos los pueblos como el sexo y supervivencia  material obligan a la interacción de distintas culturas amortiguando el choque de ideologías.
En tus cabellos de negra tez/ como alcanfores de dulce olor/ te va la ruta más prohibida/ en los galeones del español. (P. 41)3
E estos versos muestran ambos aspectos, el erotismo y la supervivencia material representados en la negra y los galeones del español, donde necesidad biológica y de ampliación de posibilidades mercantiles convergen en la unión del español con el cuerpo oloroso a alcanfores. La trata negrera, manifestación del modo de producción esclavista en el que un pueblo sustentaba su economía o parte importante de su producción mediante el empleo de la mano de obra más barata que ha existido, el esclavo, donde el amo, propenso a alejarse de sus dominios hacia territorios cuasi ocultos en el mapa, buscaba satisfacer sus necesidades de apareamiento en el cuerpo obtenido a precio módico de la esclava. Por medio del darwinismo social reconocemos el modo en que los modos de producción se adaptan a las transformaciones ocurridas en las estructuras sociales, así, el esclavo llegará a convertirse en asalariado, explotado, y el amo en dominador, propietario, de la tierra o de la mercancía. En este escenario la figura del capataz y la del terrateniente podrán disponer de nuevos modos o mecanismos de usufructo de la mano de obra y el hijo de estos a su vez, el blanquito, contará por antonomasia con iguales beneficios.
La llamó con rabio/ mi bemba morá/ -¿Qué jace uté niña?/ ¡Santo Balenyó!/ no vé que’ se niño/ nué de su coloj/ párece pronto/ -¿Poq qué grita tanto?/ ¿Ej la latimó? (P. 79).4
Otro mecanismo de amortiguación insoslayable lo constituye la simpatía entre sujetos, atracción libre y espontanea, que, con importante frecuencia, provocaron la unión entre sujetos de etnias distintas.
Venga mi morena/ camine conmigo/ vamos a la playa/ vayamos al mar… (27).5
Siendo este mecanismo de interacción social condición recurrente en las conformaciones criollas de nuestro universo social, el criollo, amparado en la unión de razas y por la necesidad tanto económica como biológica, y ya hemos señalado el aspecto emotivo, evolucionará en una criatura de personalidad tan propia como singular sin desdeñar, por hábito y herencia, la raigambre de sus ancestros. Una generación aportará sus creencias y costumbres a la siguiente y ésta a su vez adicionando aspectos modernos y novedosos dará paso a la aparición de ritmos, costumbres y necesidades cotidianas de tipo social.
Profundicemos ahora en las raíces de nuestro criollo, toda vez que precisamos realizar una lectura genuina y epistemológica de cuanto atañe al argot de los sujetos a tratar en el presente ensayo. Sabemos que creole es un término inglés proveniente del francés créole, equivalente al español criollo, cuyo punto de origen es el verbo criar.
El criollo es hijo del comercio y la producción, de los modos de producción heredados desde el primitivismo hasta la eyaculación de nuevos sociolectos e idiomas. El criollo es un personaje del cinturón ecuatoriano. Al respecto, los entendidos aportan datos interesantísimos que citaré fielmente:
El criollo haitiano (en criollo haitiano: kreyòl ayisyen; en francés: créole haïtien) o haitiano es el idioma criollo hablado en Haití y por emigrantes haitianos en toda la zona del Caribe, principalmente en República Dominicana, Cuba, Florida y Bahamas; se extiende incluso hasta pequeños núcleos en Francia, Canadá, Ecuador, Colombia y Estados Unidos donde viven inmigrantes haitianos.
Está estructuralmente basado en el francés, pero mezclado con lenguas del África Occidental, como el wolof y algunas lenguas gbe. Muestra también influencias de otras lenguas africanas, como el fon, ewé, kikongo, yoruba e igbo. Tiene dos dialectos: fablas y plateau…La historia del criollo haitiano es incierta. El criollo haitiano es un dialecto negro del francés. La primera referencia conocida del créole se encuentra en la alusión que se hace a él en el texto en francés de Voyage d'un Suisse dans différentes colonies d'Amérique pendant la dernière guerre, del suizo Justin Girod-Chantrans, editado en 1785 y reeditado en 1786. Desde 1961 el criollo haitiano es una lengua oficial junto con el francés, que había sido la única lengua literaria de Haití desde su independencia en 1804. Su uso en la literatura es pequeño pero creciente. Existen periódicos y programas de radio y televisión en criollo. El sistema educativo en Haití se imparte principalmente en criollo…Muchos emigrantes haitianos usan el criollo en su lugar de residencia, en Estados Unidos es común en Nueva York, Boston y el sur de la Florida. El condado de Miami-Dade (Florida) utiliza al criollo haitiano en los medios de comunicación junto con el español y el inglés. También existe un cierto número de hablantes de criollo haitiano en Canadá, Islas Caimán, República Dominicana y Puerto Rico.
Existen otras formas criollas de francés similares al criollo haitiano en otros lugares del caribe y el océano pacífico:
Guayana Francesa/Martinica/Seychelles/Mauricio/Reunión/Guadalupe/Santa Lucía.6 

Ahora bien, Rosario evade la transfusión de los vocablos vernáculos del criollo haitiano desinteresado en sorprender al lector poco habituado, sino que busca, mediante subterfugios fonéticos propios del vocabulario coloquial, crear nexos de empatía con el criollo haitiano emigrado a República Dominicana a través de la frontera terrestre. Experiencia estética en la que una delicada implementación de ritmos y aspectos fónico exigen un dominio enjundioso de vocabulario en aras de lograr la pertinente personificación a base de elementos fáciles de señalar en el léxico de la obra, ya cuando habla un negre ya un blanco o una negre. Veamos en el orden en que aparecen mencionados:
Ma chencha/ yo quiere jugá con et/ et niño blanque/ yo so café/ yo quiere jugá con et.7

Mientras se retuerce/ en el cañaveral/ la negra que gime/ su dolor de sexo.8

Mi`jo en mi brazo/ poj fin se murió/ le entregó el abma/ a papá bocó.9


La tesis que procuramos sostener trata de cómo el poeta recoge en su obra  la confluencia de ritmos, culturas y apología fonética del criollo domínico-haitiano en procura de una estética tan novedosa como portadoras de una música contagiosa y altisonante, creando un lenguaje peculiar y ajeno al criollo haitiano como al criollo dominicano, sin desembarazarse de ambos.

Un ritmo cargado de musicalidad que consagra las herencias afro-antillanas como el aporte irresolutable de las nuevas técnicas sonóricas de la modernidad, en cuanto a la celeridad de sus compases, propio de la llamada música urbana de hoy.

Y el abma asutá/hattianitte negre/ etá encobachá/e sudó le empapa/su lengua morá/huye de su sombra/pa podé contá/a su negre buene/que dejó preñá/como eta vida/lo quiere matá/e sudó le empapa/ su lengua morá. 10

Merengue urbano se mezclan con el timbal de la garganta criolla dominico-haitiana, el atabal y los palos y el acento de inconformidad marginal del  Dembow contemporáneo. Sonoridad y cadencia. Fuerza en la expresión y  brevedad en los compases.

De igual modo, aspectos fónicos infrecuentes en el criollo dominicano, afloran acentuados en la pronunciación del español marginal por parte del criollo haitiano. Así vemos: apócope (matá en vez de matar), deslateralización (abma por alma), desvibralización (cabbón en vez carbón), desfonetización o elisión de L final e implementación de é propia del criollo haitiano (é por el), trasposición de géneros, (vido en vez de vida), duplicación de fonemas (hattianite, buqqueme); aspiración (jace), prótesis (mij e vez de mí), casos curiosos de metátesis (sojote en vez de ojotes, nótese que la ese final pasó al inicio), ensordecimiento (pod en vez de por); conjunción de abertura vocálica y apócope (nué en vez de no es), entre otros. 

Para André Siegfried, citado por Tomás Hernández Franco en su estupendo ensayo Apuntes sobre la poesía popular y la poesía negra en las antillas11: América es un continente unido por la geografía y desunido por la historia. Claro que Franco, autoridad irrefutable en materia de etnias (Yelidá), disentía de tal criterio, al igual que estas líneas, y si hacemos mención de ello es debido, en esencia, a los errores en los que se suele incurrir al abordar nuestra negritud, mulataje o antillanía; rasgos presentes en la conformación de nuestro criollo. Pocas historias demarcadas en un contexto geográfico determinado, misceláneas de razas, sentimientos de impotencia política, disparidad de caracteres, realidades ideológicas arrastran en su raigambre, ambicionaba decir en sus cadenas, tal complejidad de similitudes, confluencia de ritmos, pensamientos, sed de justicia, orfandad, represión, guerras, héroes, mártires, estallidos sociales, cantos, poesía, dioses y sexos, en fin, tanta historia hermanada en la planicie cimbrada de alaridos que es la historia. Y es que ha sido tanto el barullo de llanto y de canto, del mismo mar rugiendo un mismo viento huracanado en las entrañas del Arauco, que los dioses de las lejanas selva, y los dioses de las cercanas islas, y los de las avergonzadas potencias, temblaron de espanto prorrumpiendo un llanto nuevo, una nueva ensoñación y un nuevo ritmo que interpretara el sentir de todos los doliente, de cada vena rota a golpe de atabal, güiro y acordeón, en fin, voces nuevas, disímiles entonaciones, gráciles afectaciones, palabras graves preñadas de agudos en el lagar de los dialectos, una fonética propia y homogénea tomando de suyo el don poético de los juglares, de los areítos, de la sacra oralidad oriental entreverada en las oquedades de la flauta y el tambor, que voces nuevas se columpiaron en palabras viejas y viceversa.

Como suma fría/el trueno tronó/cuando tu relámpago/besé tus pies planos/ besé tu garganta/besé tu rodilla/como suma fría/como flor de cera/sin luna ni olor/te besé en la noche/no todo no/búscame en tu alma/o me busco yo.12

Y así caímos en la realidad dominico-haitiana, dos pueblos hermanados por una geografía siamés, una historia entretejida en guerras, acuerdos, tratados, y colaboraciones de tipo político económico de la que no podemos simplemente adolecer.
Los dioses africanos se acostaron con nuestro santoral cristiano tras la fragua de los cañaverales, y el resultado no tardaría en aflorar, lleno de mixtura, sonoridad y poesía, el obligado producto de una confluencia inconmensurable de folclores y magia. Palabras bañadas de distintos dialectos escaparon en las plegarias del negro, y las oraciones del mestizo embarazadas fueron de supersticiones y cábalas.

Ay papá Candelo/boca colorá.13

Y más allá del contexto geográfico, una realidad social que ya hemos desempolvado adversa, maltratando las espaldas de negros, mestizos, mulatos y blancos, donde el capataz, el supervisor de la zona franca, el maestro constructor, vasallos del tutumpote de pescuezo largo, fustiga un poco más a cambio de una mayor producción, más mercancía para el consumismo desmedido que succiona a unos y otros en una orgía de sudor y lágrimas de la que nadie saldrá ileso, porque el contexto, como el papel de envolver, nos viene manchado desde el mercado.

No tiene sosiegue/pa é trabajá/se arropa con noche/su cueppe pelá/debajo del abma/é grito le sale/no tiene sosiegue/no tiene na.14

Antes de Rosario, quién ha poetizando con tal denuedo el acento domínico-haitiano, la realidad del negro que traspasa nuestras fronteras en busca de un poco menos de desidia, un palmo menos de acritud en la boca del estómago, una pujanza mayor de esperanza al volver la noche cuando algo hay que comer. Una música tan cercana que nos retumba en las venas de las planicies, que surgió de los bateyes y habitó nuestras almas. Música temblando en cada letra, sangre musicalizada, agonía líquida de sonoridad en el enfado, en la ciega contienda del mulataje. Negro que canta con la conciencia de que cantar al cielo es un acto de doble invocación. Y cuando ya no puede cantar, como un Luis Pié gigantemente cotidiano, callado y absorto, sus ojos arrebatados al cielo, canta su sonrisa, su bemba danza silenciosa la arritmia de los albañiles, de los maniseros, en fin, las secreta y risueña apostasía de los marchantes, alzan el ritmo de los palos, su corazón galopa el alazán de los atabales, rumbo a otra eternidad demasiado ajena al ojo opresor, para verla con los ojos puestos en la piel.

Dualidades profundas entreverando símbolos y valores estéticos convergen a nuestras capitales provinciales, al amparo de una tecnología que ha desaparecido la otrora concepción de los campos. El Distrito Nacional evoluciona permeado de ritmos complejos y veloces, nuevos géneros dotados de descargas fuertes y melodías preconcebidas, tonalidades de marginalidad, ruptura, migración, desamparo, alienación, vicios y corrupción, desnudando una putrefacta realidad. Viejas mitologías ceden espacio al mercado y el comercio, de rodillas ante el océano de informaciones manejadas desde  los estadios de poder, y sin embargo, estas mismas ciudades arrastran soterradas emanaciones de melodías afro-antillanas, sus jóvenes participan de la creación de nuevos ritmos que no obstante enarbolar un lenguaje soez y procaz donde el sexo, violencia, rivalidad propia del hábitat, y fuertes ejecuciones en procura de vivacidad y en modo por demás explícito, hibridan en sugerentes manifestaciones de perico ripiao y merengue urbano.

Uté e juna santa/uté no ta en na/aggarre mi mano/míreme lo sojo/que le vuá contá/sangre de gallina/le mandana echá/debajo la cama/pa vela encuerá.15

Mas, qué saben las urbes de interculturalidad, afro-descendencia y música afro-caribeña. El mercado y comercio permean la esencia de lo popular. El impacto de los mambos de última generación, mantienen una lucha entreverada con las fibras ocultas de un pasado que nos reúne con la misma fuerza que nos emancipa. Y cierto que poetas importantes de nuestro Gran Caribe como Nicolás Guillén, franklin Mieses Burgos y Manuel Rueda, acentuaron el trasfondo musical característico del ritmo poético, el primero hizo célebre sus famosos  “son” en la estilística negroide afro-caribeña, el segundo reconoció las posibilidades estéticas del merengue y así lo hizo saber en su “Paisaje con un merengue de fondo” y el tercero mostró mayor temeridad con su planteamiento pluralista en el que el pentagrama musical acompaña literalmente la creación poética. Mas, no es menos que en Agonía negra, como dejáramos sentado líneas atrás el poeta recoge…la confluencia de ritmos, culturas y apología fonética del criollo domínico-haitiano en procura de una estética tan novedosa como portadoras de una música contagiosa y altisonante, creando un lenguaje peculiar, ajeno al criollo haitiano como al criollo dominicano, sin desembarazarse de ambos.

1-        Randolfo Ariostto, Novela de la Eternidad. Ind. 2012.
2-        Randolfo Ariostto, Introducción al lenguaje creativo. Ind. 2102.
3-        Rosario Bergson, Agonía negra; Editorial CILIYA, Montecristi, Imp. en editora búho, Santo Domingo. 2012. P.104.ISBN 9789945854466
4-        Op.Ct.
5-        Op. Ct.
7-       Op. Ct.
8-       Op. Ct.
9-       Op. Ct.
10-    Op. Ct.
11-     Hernández Franco, Tomás, 1904-1952, Apuntes sobre la poesía popular y poesía negra en las Antillas / 3a. ed. Santo Domingo: Imp. Editora Búho, 1999. 72 p.
12-     Op. Ct.
13-     Op. Ct.
14-     Op. Ct.
15-     Op. Ct.







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