martes, 10 de abril de 2012

Polizontes en la nave de los labios rotos EL TEMA CENTRAL DE ESTAS HISTORIAS ES EL AMOR, Y A VECES, EL DESAMOR


LISTIN DIARIO
Ventana 11 Marzo 2012

LITERATURA


Manuel Llibre Otero
Santiago de los Caballeros

No hubiese escrito Rosa Julia Vargas esta colección de relatos sino no fuera la Rosa que escrutina los fallidos intentos que todos hacemos al sobrevivir, desde la callada estatura de su sonrisa sospechosa y su mirada perturbadoramente clara. Esa rosa que transgrede sus límites sociales con agilidad y entusiasmo, sin reparar en las espinas del escándalo; la que aprovecha el estado ambiva-lente del pudor, la moral y los cuestionamientos sociales, para bordarlos en sus páginas como esos pétalos deshojados de las flores que arrancamos en la infancia y que convertimos en recuerdos color sepia entre las páginas de viejos libros, sólo que ella no los ha colocado allí para su olvido, sino para renombrar en nuestro presente ese discreto encanto que siempre tienen las femeninas pasiones.

RUMOR, porque la vida es ruido confuso que rueda entre la gente alucinada, voz potenciada por el terciopelo barato del desamparo o por la envidia colorida del deseo.

Un elemento que juega a favor de la autora es su amplio nivel de lectura y cultura general, hay un color particular conferido a sus narraciones gracias a sus constantes referencias geográficas, citadinas, a autores y personajes de la literatura universal, logrando que todos estos lugares comunes se mezclen con gracia y elegancia dentro del normal discurrir de la narración y que encajen fluidamente en lo coloquial.

De igual forma, el manejo de la extensión es clave para mantener un buen ritmo en los relatos, se distingue la colocación de palabras de uso muy propio y que buscan tener propiedad, ser certeras, definiendo incluso, una forma de narrar en ocasiones crítica e irónica, que muchos pueden bien, a simple vista, no asociar con la personalidad de la autora.

Esto ocurre en los relatos como “Cuestión de colores” -uno de mis preferidos-, donde se toma como tema de fondo el arquetipo que combina al político criollo en sus buenas, machista, corrupto, seductor y la imagen de una mujer joven de origen humilde, pero muy atractiva y oportunista en sus afanes de mejores condiciones de vida. Sin lugar a dudas que Rosa Julia maneja muy bien estos juegos de seducción, desnudándolos incluso a niveles medulares, con una visión ácida en ocasiones, ya que como leí una vez “no hay nadie más cruel que una mujer juzgando a otra mujer”.

Es común en cuentos de distintas tensiones y trasfondos, el ritmo y la musicalidad que se perciben como un válido intento de imitar la melodía del habla. Otro elemento interesante en los cuentos de Rosa Julia es la creación de historias cíclicas, como la antes mencionada, donde es usado este recurso de la circularidad para retratar la realidad de manera más contundente.

Esta referida acentuación de una realidad que agobia a las mujeres que viven como las rosas de sus cuentos, toma precisamente la cotidianidad, como la materia prima evidente de toda la narratividad, sin embargo, la autora logrará diferenciar su estilo por el manejo hábil de temas contradictorios, como lo constituyen la homosexualidad que se oculta en la doble moral de la alta sociedad o el desprestigio familiar que acarrea la locura. Todos esos elementos que bien podría otro autor intentar “coger con pinzas”, son puestos al nivel de la calle, al manejo común de la gente, como apreciamos en la historia “Sabanas dobladas”.

OLVIDO, así de medio uso, comprado en la pulga de la vida, descolorido por el deterioro y que nos toca abrazar hasta con ternura, cuando ya no queda nada más que olvidar o que nos olvide a nosotros.

Aunque para buena parte del corpus teórico de la narrativa, el final sorpresa es un recurso casi imprescindible y la autora hace libre uso de éste, no es el punto donde basa su historia, la autora más bien usa esa técnica para poner en evidencia una mecánica cruel del devenir, para justificar esa mirada ácida aunque con libertaria comicidad, con que el diario vivir nos envuelve, como una negación a que exista una salida válida de los azares cotidianos.

Una ama de casa que subyuga sus pasiones, una pretendida reina que no alcanzará la salvación, realmente no hay absolución posible para estos personajes, sólo están a salvo allí, en la intimidad del texto delicadamente elaborado, como puedo recordar de “Oropel parte atrás”, la cínica y crítica mirada de la autora al atolondrado mundo de los torneos de belleza.

Pero en algunos casos ella cede, como tendiéndoles un puente de palabras a algunos personajes con la expresa intención de que crucen al otro lado para quedar más embellecidos, para salvarlos de ese Olvido. Sin dudas un texto de grandes recursos en tal sentido es “Sísifo 2003”, evidente homenaje al poeta Nelson Julio Minaya, donde consigue retratar los aciertos poéticos y la irreconciliable relación con la realidad de este escritor, al abordar el delicado tema de lo autobiográfico desde una visión distinta, justa pero con la objetividad necesaria que depone cualquier contaminación por la cercanía o la amistad.

SUEÑOS, pero no cualesquiera, sino esos que más desesperan porque no se cumplen, aquellos que fueron fugazmente sin llegar a dejarnos el premio de la felicidad eterna. Requiere valor como narrador para afrontar los hechos en “Herencia” y casi intimar con el personaje para declarar con tanta claridad que “conocer una persona es iniciar un recorrido por estancias sombrías”. La locura puede ser eso y también la escritura es en ocasiones eso, un recorrido por nuestras instancias sombrías para poner en evidencia emociones y pensamientos que de otra forma no serían aceptables; Rosa aborda la locura en este caso, como telón de fondo que le será útil al denunciar la crueldad de las manipulaciones sociales.

La locura también es sueño, desplazamiento de los sentidos que nos permite escapar de los hechos como quien huye de la molienda que triturará todo lo sabroso de los inocentes frutos. “Rearmando a Estela”, me recuerda al Pedro, de Silvio Rodríguez, que se asoma a su ventana ignorando que vivía la luz de su último día, que ambos personajes y también nosotros los autores, vivimos las consecuencias erráticas de las causas y azares. Rearmar a Estela ha supuesto precisamente eso, que todo y todos se vayan conjugando para crear al personaje final que Rosa nos presentará en sociedad y que ella ha ido preparando como un brebaje, donde no se entenderían sus efectos sin que los ingredientes posteriormente nos explicaran los hechos.

Es en este ejercicio de “Rearmando a Estela”, -otro de mis favoritos-, donde Rosa Julia despliega el manejo que ha alcanzado de la técnica y podemos apreciar como hace uso de todos sus recursos. Uno de los cuales consiste en disparar discretamente reveladoras verdades: “el juicio le falló antes que la piel”.

El sueño es también desplazamiento. Tener la capacidad de asumir una piel distinta, una postura inusual para poder contar, por ejemplo, todo lo que pudo haber sido y no fue, técnica aprovechada para escribir “Piso 16”, texto donde ocurre un desplazamiento situándonos con su autora en el ángulo más exterior.

Sobre estos pasos vuelve Rosa Julia para componer su canto al deterioro, una de sus conocidas obsesiones, a todo ese abandono que supone el final de la vida terrenal, donde no sólo ella como autora opera un desplazamiento, sino que en una acción doble obliga a su personaje del cuento “Tanto lo querían”, a salir del cuerpo, a situarse en una óptica distinta para revelar los acontecimientos.

AMOR, secreto y a voces, olvidado y soñado, bordado en rojo sangre como los labios rotos de los amantes que duelen deliciosamente mientras se desgastan con los incesantes besos.

Es cierto que sentimos el peso de los sentimientos, esa mirada de la mujer como tamiz de las narraciones, pero una mirada de mujer que tanto embriaga con su femenino perfume, como se convierte en mortal veneno, ese que sentimos en “Final final”, íntimo canto de mujer al despecho, maleable introspección y muy buen manejo del personaje cuando está al límite.

Mención especial merece el delicioso texto “Petrel y Alosa”, en mis gustos uno de los más logrados y de los que encanta con su femenino perfume, representa esa vuelta a la fantasía, al gusto por narrar los lujos de la mente, un interesante rescate de la fábula.

Si se puede hablar de un gran tema abarcador a todas las historias de este libro, sería el amor y por partida doble el desamor. La mujer, personaje central de la mayoría de las historias, se entiende como más susceptible a los asuntos del corazón, aunque no debemos descuidarnos en los hálitos sentimentales de Rosa Julia, ya que verdaderamente notamos a través de su uso del lenguaje, de las palabras, de la tesitura del texto, que detrás de esas palabras hay una mujer escribiendo, pero cuidado, manifiesta en esa sensibilidad femenina hay toda una andanada de criticidad.

 (LA PUBLICACION DEL ARTICULO LA HACEMOS BAJO TODAS LAS CONDICIONES DEL RECONOCIMIENTO AUTORAL DE QUIEN LO CALZA)

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